viernes, 17 de abril de 2009

sed de novela chilena

Me subí al avión por fin, insegura, inestable, sin expectativas. Buscaba reencontrarme con un viejo y efímero amor.
Vamos por partes.
El chico/libro me decepcionó. La última vez que nos vimos, él se vengó de mi pasado, no se permitió volver a conocerme tres años después. Y eso no se lo perdoné, ni se lo perdonaré jamás. Todavía admiro y envidio su extrema sinceridad, su capacidad para crearse mundos ficcionales completos, cerrados, donde la escenografía y los personajes son perfectamente controlados por él. Admiro su manera de apasionarse por lo que hace, por sus ideas, por sus proyectos.
Él tenía razón cuando me dijo que haberme escrito un libro fue una de las cosas más importantes en mi vida.
Llegué un mediodía de invierno. Fuimos cómplices de una historia que a los dos nos había tenido mas tiempo separados que juntos.
Leímos a Artaud. Nos enamoramos, fuimos amantes, novios, y hasta nos separamos, nos peleamos. Todo pasó en tres días.

A pesar de todo, volví con las cosas claras. Por una vez en mi vida entendí algo, por un momento vi con claridad, llegué a tener 4 cosas claras. Ahora solo me acuerdo de 3.

1. El chico/libro murió en mi vida.
2. La próxima vez que me enamoré me voy a entregar por completo.
3. Voy a ser psicóloga – recibirme y ejercer mi profesión.

Decidí olvidarlo, y me acosté con su socio, mientras él dormía con su ex novia en la habitación contigua.

Archivo del blog