jueves, 17 de noviembre de 2011

Moscú: la huida es inútil.

El método para escribir en Rusia
consiste en una exposición
amplia del material y, en lo posible,
nada más.
En Alemania, en cambio, lo único
que se pide es esto: resultados.

Por la mañana vino a verme Asia.
Luego llegó Reich. Asia vino de nuevo
más tarde. Yo no había acabado
aún de vestirme. Fuimos los tres a pasear.
el día fue un completo fracaso.

La vida en invierno
tiene una diversión más:
el espacio se transforma
literalmente según haga frío
o calor. No puedo
negarme a nada que se me pida.

El suelo tiene puntos
muy calientes, como tierra volcánica.
La tarde nuevamente
monótona. El cine Ruso
desconoce por completo
el erotismo.

Más tarde Reich quiso ir
solo a ver a Asia. Yo me quedé:
comí algo y escribí. Sobre la nieve
se han posado silenciosas
bandadas de cuervos.
Los árboles crecen
en todas partes. Mi esperanza de ver aparecer
a Asia por la noche en mi habitación,
se vio frustrada. Afuera los niños
lo eclipsan todo
venden: carne cruda, mantas
de colores, tapices y brillantes cuencos.

Rusia es exótica. Asia vino de día.
Le di los regalos: la blusa, los pantalones.
Con frecuencia dice mi nombre. Su pelo tiene aquí
mucha electricidad.
Con Reich en cambio, hablamos
largo rato acerca de descapotables,
el teatro y del materialismo. Él sentado
en el sillón, yo echado en la cama.

Hoy es el aniversario
de la muerte de Lenin.
Todos los lugares están cerrados. Hacia las cuatro
y media de la tarde
Reich se fue. Puse la palma
de mi mano derecha
muy pegada a la izquierda
de Asia permaneciendo asi
largo rato. Mantuvimos una conversación
sobre la guerra quimica.
Después puse sobre la mesa:
embutidos, pepinos, pescado.

En ninguna otra ciudad
se tiene tanto cielo sobre la cabeza.
Fui al teatro en trineo. Cambié dinero.
No sé qué esperan de mi: tal vez
nada en absoluto.


*poema con fragmentos del libro ¨Diario de Moscú¨, de Walter Benjamin.

Archivo del blog